BRETAÑA IV

Día 4. Mi Mont Saint Michel!!


Qué día más bueno hacía, hasta pudimos desayunar en el jardín y todo! Mi cara no es de recién levantada, es que me deslumbraba el sol, jajaja.

Por fin había llegado el día con el que tantas veces había soñado viendo la imagen grabada en los jabones de mi tía. Según nos íbamos acercando lo vimos aparecer... era todavía más espectacular de lo que pensaba, taaan perfecto, se veía taaaan bonito desde la carretera... me quedé con la boca abierta... IM-PRESIONANTE!!

Y con esa sensación nos fuimos acercando alucinada ante tal estampa... lástima que esa imagen idílica que yo tenía en mente se desvaneciera en cuanto entramos, nos engulló la marea humana y lo único que pudimos hacer fue dejarnos llevar por la corriente embutidos en una estrecha calle.

En cuanto vimos una vía de escape por allí nos metimos y pelamos, había gente pero 4 gatos, nada que ver con lo anterior y fuimos subiendo por unas escaleras, una suerte para nosotros que a Urko le gusten tanto porque iba super entretenido: "bat, bi, bost, zortzi"... cada uno cuenta como quiere ¿no?. La verdad es que el niño es todo terreno y se portó como un campeón todos los días con el tute que le dimos, qué grandes momentos nos dio!

Cuando llegamos arriba había una cola que te cagas para entrar en la abadía, no estábamos por la labor así que empezamos el descenso por las escaleras del otro lado evitando la calle principal y qué vistas más bonitas de la bahía!!

Urko tiene 2 años y está en esa fase  "lorito" repitiendo todo lo que oye y va diciendo palabras sueltas, en el último tramo de escaleras lo cogió Miguel y justo detrás bajaba un grupo de niños cantando una canción super repetitiva, iba flipado mirándoles y cuando llegamos abajo y los perdió de vista empezó a cantar la misma canción! Nos meábamos de risa!! Pero sin duda uno de sus mejores momentos fue cuando íbamos en el coche callados y de repente grito "Patricio vuelveeeee!", que por lo visto es de un capítulo de Bob Esponja, jajaja.

A pesar de la gente, Saint Michel me encantó, así que me imagino que alojarse dentro y poder recorrer sus calles desiertas cuando no queda nadie y cierran sus puertas tiene que ser un lujazo! Apuntado queda por si vuelvo ;)


Comimos en uno de los restaurantes que hay antes de llegar (con camarero friki incluido) y nos fuimos a Dol de Bretagne. En el plano venía la muralla como punto interesante, a mi me pareció sin más, más o menos como el resto del pueblo menos una calle con sus casas de entramado de madera, la que sale en las postales, claro, así que no le dedicamos demasiado tiempo.

Y llegamos a Saint Malo, la ciudad corsaria. Aparcamos en un parking justo al lado del centro y nos adentramos en la ciudad intra-muros.

Callejeando, callejeando, nos encontramos con una tienda con mogollón de cola y nos paramos a ver qué era... hummm, crepessss!!! Tenían un palé lleno de botes de nutella!

Una chica iba cogiendo los pedidos en la cola y cuando llegabas al principio te lo daba, cogí el crepe y el "beignet" (los 2 de nutella), que era un bollo que te freían en el momento y seguimos bajando por la calle, le di un mordisco al crepe, pero por la parte de arriba sin pillar nada de condimento cuando apareció la chica de los pedidos con un crepe en la mano y me dijo que se había confundido y me había dado el de otra persona, me lo cambió y digo yo, el que se llevó con mi mordisco ¿se lo daría al otro???.
Y Urko descubrió un mundo nuevo, con todos los morros manchados gritaba "chocolateeee!" mientras le iba pegando bocados al crepe y al bollo, lo siento Josu, el niño ya está en el lado oscuro, jajaja, lo tenías difícil, era un 3 contra 1.


Salimos de la ciudad amurallada por otra puerta y fuimos bordeándola por fuera, me encantó!, pena de helicóptero para verla desde el aire...

Mirad qué interesante se pone!, parece que sabe leer y todo!

El puente que une Saint Malo con Dinard es de los que se abre para que pasen los barcos y nos tocó abierto, después de un ratillo allí esperando, pudimos seguir.

Llegamos a casa pensando en la barbacoa que nos íbamos a cenar, Miguel y Oscar se pusieron a ello mientras Josune y yo hacíamos el planning de los 2 días que nos quedaban, mirando el tiempo que iba a hacer. 

De repente entró Oscar corriendo y le dijo a Miguel que le ayudara y que cogiera un tenedor, ¿qué clase de ayuda necesita un tenedor?. Al rato volvieron a entrar y se morían de risa pero no nos contaban nada, ¿qué habrían liado?, pues así estuvieron hasta que trajeron la costilla churruscadita, churruscadita, vamos que la tuvimos que raspar de lo negra que estaba y nos dijeron que casi queman la casa, pero esta historia mejor cuéntala tu Oscar, que ya sabes que Miguel es de pocas palabras y ni por escribir. Aún y todo, se podía comer y no estaba mal.